miércoles, 7 de diciembre de 2011

INCORPORACIÓN DE LA MUJER AL MERCADO LABORAL


El CES detecta una mayor elección femenina del contrato temporal y de la jornada parcial que el hombre. El empleo femenino se incrementa en un cuarto de millón, pero supeditado a la familia. Los cambios sociales que han propiciado el mayor acceso de la mujer a la formación y al trabajo ya dejan ver sus efectos positivos de forma cuantitativa y cualitativa. Así, la fotografía fija de la mujer respecto al mercado laboral de hace dos décadas y la actual poco tienen que ver. No solamente se ha avanzado en la incorporación al trabajo de las mujeres, sino que ha habido también un crecimiento en el tipo de puestos ocupados y en los cargos ejercidos. Así, y pese a todo, hay mucho camino por recorrer para que la participación social y laboral de ambos sexos se equipare.
El Consejo Económico y Social (CES) ha emitido un informe a iniciativa propia sobre la 'Evolución de la inserción laboral en las mujeres de Castilla y León'. Un análisis que parte de diferentes estudios y encuestas oficiales, entre ellas sobre todo la de la EPA (Encuesta de Población Activa) del Instituto Nacional de Estadística, y de sus propias muestras y que no se aísla de la realidad española y Europa.
Entre 1985 y 2010. Es el tiempo que abarca el informe. El dato es claramente positivo: el empleo femenino crece un cuarto de millón y de aquellas 269.200 mujeres que trabajaban hace dos decenios se ha llegado a las 513.000 activas. Un incremento de más del 90%. Como consecuencia de este aumento absoluto, la tasa de actividad femenina gana un 20% y es del 47,04% en 2010. El crecimiento es similar aunque se mantiene por debajo de las cifras nacionales, del 52,15% actual.
Una mirada a las mujeres en edad laboral, entre los 16 y los 64 años en Castilla y León en 2010, constata empleo en el 65,01% mientras la de los varones es del 80,89% (tasas del 66,78% y del 81,86% respectivamente, en el conjunto nacional).
Nivel de estudios
El informe del CES hace especial relevancia en este aspecto «dado que uno de los grandes cambios cualitativos de las últimas décadas está vinculado a la mejora de la formación de la población castellana y leonesa, especialmente de las mujeres, alcanzando estas últimas una tasa de escolarización en 2010 de más del 50% en el grupo de 20 a 24 años». Coincide una fuerte presencia femenina en los estudios universitarios -representan el 55,6% del alumnado-, bachillerato -el 53%- y enseñanzas de régimen especial como artes plásticas, música e idiomas, con un 53%, un 54% y un 66%, respectivamente.
El máximo de actividad, tanto femenina como masculina, lo alcanzan los trabajadores de entre 25 y 54 años, que es el colectivo con mayor capacidad laboral; ya que finalizado el periodo de formación es cuando se concentra en la búsqueda de empleo.
Concluye así este trabajo que el perfil de las mujeres más afectadas por el problema del desempleo sería el de mujeres jóvenes, con formación básica, mientras que las de edades adultas y con formación superior tienen muchas más posibilidades de trabajar.
Por lo tanto, el peso de la mujer en el mercado laboral no solo ha aumentado, sino que es ya importante. Pero no igual que la presencia masculina. Hay diferencias que marcan sus condiciones laborales y su inserción y carrera laboral. Analiza así el CES la segregación horizontal y la vertical, y una mayor temporalidad en sus contratos.
La primera, en cuanto al tipo de trabajo conseguido y ocupado. El sector de servicios está claramente feminizado. Según datos de la EPA del cuarto trimestre de 2010, más del 88% de las mujeres ocupadas realizan alguna de estas actividades. En el caso de los varones, ocupan al 54% de los trabajadores.
Los estereotipos siguen vivos y así las mujeres son todavía mayoría en las actividades artísticas, servicios personales y administración pública, sobre todo en educación y sanidad, mientras que la masculinización persiste en sectores como la información y comunicaciones y, ligeramente, en actividades inmobiliarias, transporte y reparaciones. Además, el peso de la conciliación con la vida familiar es mucho mayor en la mujer que supedita el trabajo y su desarrollo profesional a ella. La mujer trabaja más por conseguir un salario que por independizarse o desarrollarse profesionalmente. Así, las mujeres se han integrado en el mercado laboral a través del trabajo asalariado por cuenta ajena, un modelo que, al menos en el caso de las mujeres, aparece marcado por una mayor incidencia de la jornada parcial y del contrato temporal. La idea del trabajo femenino es la de «complementario».

En todo caso –explicó Natalia Novia, coordinadora de Proyectos de Agafor– “apuntamos mejorar el posicionamiento de la mujer en el terreno laboral”.
En esta dirección, reflexionó: “Cuanto más arriba va la pirámide ejecutiva de las empresas más les cuesta llegar a las mujeres”, y avanzó: “Nosotros consideramos que la apuesta por las mujeres en este terreno es un valor seguro por todo lo que pueden aportar en el entorno directivo”.
Agafor
La Asociación Gallega de Formadores (AGAFOR) es una entidad sin ánimo de lucro con sede en Santiago de Compostela que sirve de plataforma de información y divulgación del mundo de la formación. Como organización abierta, representa la unión y la solidaridad en la profesión, y en ella coinciden los intereses de todas aquellas personas y entidades comprometidas con la innovación y la calidad: la estrategia para el cambio de actitudes en un mundo en constante evolución, ante los resultados de este proyecto.
española Ana Revenga, codirectora del "Informe Mundial Sobre Igualdad de Género y Desarrollo".
Según el documento, las mujeres representan en la actualidad más del 40 % de la fuerza de trabajo mundial, el 43 % de la mano de obra agrícola y más de la mitad de la matrícula universitaria.
El informe mundial se enfoca en cuatro políticas que permitirán reducir las disparidades de género: relacionadas al capital humano (mortalidad femenina y educación), al acceso de oportunidades económicas (ingresos y productividad), a la capacidad de que las mujeres puedan hacer oír su voz en la sociedad y a la limitación de la desigualdad entre generaciones.
En las últimas décadas, la esperanza de vida de la mujer ha mejorado y actualmente se encuentra en 77 años. Además, en los últimos 30 años se ha disminuido la mortalidad materna de 160 a 67 por cada 100.000 mujeres.
"El que una mujer sea presidenta rompe una barrera muy importante porque demuestra la capacidad de la mujer de ocupar esa posición y además influye en el tipo de políticas que se están diseñando y, algo muy fundamental, influye en las aspiraciones de las futuras generaciones",

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